El Equipo Educativo de Primer Ciclo como en años anteriores hemos realizado nuestra ruta de senderismo a Torregarcía, los alumnos de Primero el 19 de mayo y los de Segundo el 27 de mayo.
Respecto a Primero, según el profesorado que asistió fue una mañana que en principio amenazaba lluvia pero al final acompañados con un fuerte viento, se decidieron a emprender la marcha, donde pasaron una jornada agradable, terminaron cansados pero al final todos contentos.
Con el alumnado de Segundo, les narro en primera persona porque he vivido la jornada con ellos.
Salimos a las nueve treinta horas, el grupo cruza la avenida hasta llegar a la Rambla, caminamos con alegría y entusiasmo y con muchas ganas de ver todo lo que hay a nuestro alrededor. Los niños/as van tomando contacto con la madre naturaleza observando sus plantas, piedras, residuos orgánicos... vamos compartiendo conversaciones de los distintos animales que pueden aparecer, oigo historias de serpientes, alacranes y toda esa clase de animales que ellos creen que podían encontrar.
La primera parada se realiza al final de la Rambla donde don Andrés les explica el significado del Parque Natural Cabo de Gata Nijar.
Seguimos avanzando donde el grupo se empieza a largar bien por el cansancio de algunos, bien porque aprietan el paso y tienen ganas de llegar pronto a la ermita de Torregarcía. La cuestión es que Andrés y yo nos quedamos atrás con los rezagados y cuando llegamos nos encontramos con todas las escalinatas de la ermita ocupadas, los niños con su comida y bebida en la mano.
Diez y cuarto de la mañana todos desayunando, sin opción de ningún tipo, debatimos entre nosotros entre quedarnos allí o continuar el camino.
La decisión de continuar el camino hasta la siguiente rambla, a alguno le importuna, pero la mayoría decide ponerse en camino. Son treinta minutos mas de camino, me doy cuenta de que algunos se van quedando atrás, no porque están cansados, sino porque se entretienen buscando piedras, bichos, cañas...
Llegamos a la rambla señalada y volvemos por la playa, aquí es cuando ya empieza el desmadre, los niños en contacto con la playa, lo primero que hacen es empezar a tirar piedras, por si alguna salta por encima del agua dos o tres veces, las niñas buscan conchas piedras de colores...
El grupo comienza a desplazarse de una manera lentísima, porque entre la arena y los objetos que van recogiendo el caminar es lento y pesado.
A duras penas llegamos a la Ermita, decidimos que por la playa nunca llegaríamos es preciso retornar por el camino de ida.
La vuelta desde la ermita resulta lenta, para los que se quedaban rezagados, algunos no estaban preparados fisicamente o no sabían dosificar sus energías corrían hacia adelante, atrás.
Al final llegamos al colegio unos mas cansados que otros, pero de esta experiencia podemos entresacar algunas notas a tener en cuenta:
Primero que los niños deberían estar mas en contacto con la Naturaleza.
Segundo, repetir esta experiencia al menos dos veces al año, creando un aula de la naturaleza, donde practiquemos y apliquemos unas normas esenciales a tener en cuenta, en comportamiento y respeto hacia la Naturaleza, en conocimientos de flora, paisaje, educación medioambiental, historia, nedios de prevención ....
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